Ilustrador: Jorge Villacorta Santamato
Teléfono: (51-1) 4514334
e-mail: JORGEVILLACORTA1@gmail.com
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Tamaño: A4 (210x297 cms.)
Técnica: Lapiz y Plumón Negro Sobre Papel Blanco
Técnica: Lapiz y Plumón Negro Sobre Papel Blanco
Mmmm... . Interesante. Muy interesante. Suficientemente sensorial como para estimular el oído.
El artista recurre a las formas que asume el agua marina en su encuentro con las rocas del litoral. La simplificación escultural de la forma, principalmente en la mitad inferior de la obra, transmite la sensación del peso que asume la masa de agua. En la mitad superior de la imagen prima la anarquía aparente de la ola que estalla contra el rompiente.
Es digno de destacar a nivel psicológico, que el ilustrador utiliza como título "la orilla" en lugar de "el rompiente". Usualmente la orilla tendría arena y las olas que terminan en el litoral con ritmo cadencioso. El rompiente conlleva esa fuerza del impacto de las olas contra un límite rocoso, el estallido del mar batiente. En este caso el autor opta por reflejar "el rompiente" y lo titula "la orilla" como si por necesidad el encuentro entre el océano y la costa tuviese que ser turbulento. En este fenómeno encontramos la exigencia por la diferenciación acusada entre los objetos para el visionario que genera esta pieza artística de alto valor. Con seguridad, este entendimiento del mundo como una dinámica farragosa, impulsa al individuo que así lo expresa a reafirmarse en la creación plástica para asegurar su propia singularidad social.
Comprendemos pues, que lo social, la vida de relación, moldea la obra de arte. Son de admirar las líneas desesperadas que delimitan el fragor del mar que choca contra una barrera natural. Hay una emotividad inquietante en la obra que expectamos, un logro digno de ser apreciado en el arte visual contemporáneo, siempre proclive a las satisfacción de consumidores ya colmados en sus apetitos. La obra exuda un algo bravío, probablemente por los cambiantes centros de interés que ofrecen la distribución de las líneas principales sobre el plano.
Esta exploración anímica vale cada sol que se pague por ella y más.
El artista recurre a las formas que asume el agua marina en su encuentro con las rocas del litoral. La simplificación escultural de la forma, principalmente en la mitad inferior de la obra, transmite la sensación del peso que asume la masa de agua. En la mitad superior de la imagen prima la anarquía aparente de la ola que estalla contra el rompiente.
Es digno de destacar a nivel psicológico, que el ilustrador utiliza como título "la orilla" en lugar de "el rompiente". Usualmente la orilla tendría arena y las olas que terminan en el litoral con ritmo cadencioso. El rompiente conlleva esa fuerza del impacto de las olas contra un límite rocoso, el estallido del mar batiente. En este caso el autor opta por reflejar "el rompiente" y lo titula "la orilla" como si por necesidad el encuentro entre el océano y la costa tuviese que ser turbulento. En este fenómeno encontramos la exigencia por la diferenciación acusada entre los objetos para el visionario que genera esta pieza artística de alto valor. Con seguridad, este entendimiento del mundo como una dinámica farragosa, impulsa al individuo que así lo expresa a reafirmarse en la creación plástica para asegurar su propia singularidad social.
Comprendemos pues, que lo social, la vida de relación, moldea la obra de arte. Son de admirar las líneas desesperadas que delimitan el fragor del mar que choca contra una barrera natural. Hay una emotividad inquietante en la obra que expectamos, un logro digno de ser apreciado en el arte visual contemporáneo, siempre proclive a las satisfacción de consumidores ya colmados en sus apetitos. La obra exuda un algo bravío, probablemente por los cambiantes centros de interés que ofrecen la distribución de las líneas principales sobre el plano.
Esta exploración anímica vale cada sol que se pague por ella y más.
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